viernes, 24 de febrero de 2017

Berwick, el soldado universal

James Fitz-James Stuart (1670-1734), más conocido como duque de Berwick, fue el mejor general del siglo XVIII y uno de los más aclamados de la historia. En Berwick se dan algunas peculiaridades, pero la mayor de todas ellas es que combatió para tres soberanos de tres reinos diferentes que guerreaban entre ellos. Pero no era exactamente un mercenario, es decir, no luchaba por dinero. Alcanzó los mayores honores militares y nobiliarios. Fue Par de Inglaterra, Par de Francia y Grande de España. Gracias a él los Borbones consiguieron retener el trono de España cuando estaban a punto de perderlo. Berwick es, por lo tanto, el británico que más ha influido en la historia de España.

lunes, 13 de febrero de 2017

Los moriscos

El último grito de Al-Andalus en España lo dieron los moriscos, una comunidad de musulmanes, los antiguos mudéjares, convertidos forzosamente al cristianismo. Sobrevivieron algo más de un siglo a la expulsión de los judíos y la unificación religiosa de los Reyes Católicos. Su breve historia concluyó con otra expulsión, esta vez decretada por Felipe III a principios del siglo XVII. Su salida marcó el fin del Islam andalusí y supuso un severo varapalo económico para ciertas zonas del país como el Reino de Valencia, donde constituían un tercio de la población. Los reyes les temían, especialmente tras la revuelta de las Alpujarras, y la población les despreciaba. Unos los veían como una quinta columna del turco, los otros como falsos conversos que vivían de manera diferente. Algunos eran eso, cierto es, pero también muchas cosas más.

domingo, 5 de febrero de 2017

El gran terremoto de Lisboa

El 1 de noviembre de 1755 a las 9:30 de la mañana la tierra tembló en Lisboa, lo hizo durante cerca de diez minutos de un modo inusitadamente violento. Al terremoto le siguió un tsunami de proporciones bíblicas y, a este, miles de incendios por toda la ciudad provocados por las velas que ese día habían encendido los lisboetas en honor a todos los Santos. Murió uno de cada cinco habitantes y la ciudad en su práctica totalidad quedó destruida. Lisboa no volvería a ser la misma, pero Europa tampoco. La catástrofe lisboeta removió la conciencia de una época, la Ilustración, que se caracterizó por su propensión a hacerse preguntas.